El ovni de Carcarañá sería el aterrizaje de una nave teledirigida

El presunto hallazgo de un ovni y una momia alien cerca de esa localidad en 1877 son analizados por la ufóloga rosarina María del Carmen Dionigi. La supuesta aparición de un ovni y de una momia alien en cercanías de la ciudad de Carcarañá en 1877, como dio cuenta la edición de La Capital del 13 de octubre de ese año, se habría tratado del “aterrizaje controlado de una nave teledirigida o enviada” advirtió este domingo la ufóloga rosarina María del Carmen Dionigi a La Capital.

Dionigi (Nanni Luminarias) advirtió a este diario que “en realidad las conclusiones son parciales y no por eso dejan de ser contundentes: a la fecha nadie puede dar fe de lo ocurrido; se debe tener en cuenta que, de haber ocurrido, pasaron casi 150 años, como también llevar nuestra atención a que este primer y único testimonio se dio como real”.

–¿Qué opina de la momia alien supuestamente hallada en Carcarañá en 1877?

–La momia alien hallada estaba intacta, así que no puede ser producto de un aerolito que cayó en la Tierra luego de una explosión sino más bien parece que se trata de un aterrizaje controlado de una nave espacial teledirigida o enviada. Hay testimonios de gente de la zona que contaron que el día anterior a la aparición del aerolito vieron una gran bola de fuego en el cielo, según contó un poblador a su familia. En realidad no estalló, si no habría provocado un gran impacto.

–¿Qué entidad le da a la supuesta aparición de cartas anteriores e idénticas a la mostrada por el químico francés Serarg, de Carcarañá?

–Si bien existen algunas publicaciones donde aducen de la existencia de 13 cartas o publicaciones según las cuales el hecho ocurrió en diferentes países, fechas y que fueron informados en periódicos, estas no fueron exhibidas. Sin embargo, los diferentes expertos en ufología que visitaron la ciudad de Carcarañá en los años 70, sumado a sus descendientes y actuales pobladores, dan testimonio de la existencia de lo ocurrido y aducen que los objetos fueron exhibidos durante años al público en general.

–¿Qué pasó con el supuesto ovni de Carcarañá?

–El ovni por razones obvias no pudo ser movido, pero llegó un día en el que se encontraron con el lugar cercado por personas desconocidas con uniformes, que no dejaban acercarse a nadie al lugar. Al amanecer del siguiente el ovni había desaparecido.

–¿Hubo algún avance en la investigación del caso?

–Hace muy pocos meses apareció un nuevo testimonio de un ufólogo dijo haber tenido noticias desde hace años que el alienígena y los objetos junto al ovni estuvieron exhibidos en un museo de Francia y luego lo trasladaron al Gran Museo británico, pero en donde se guardan en secreto los hallazgos pertenecientes al origen de la humanidad. El tema es que el misterio sigue sin revelarse.
La nota original, en La Capital

El 13 de octubre de 1877 La Capital tituló “¡Eureka eureka!” una carta de un lector que generaría conmoción un siglo después. El autor de la misiva era un químico francés, un tal A. Serarg, que quería informar su más reciente e insólito hallazgo de un ovni y una momia alien en la ciudad de Carcarañá. La ufología, nombre con el que se denomina al movimiento que investiga los llamados fenómenos ovni, nace con una noticia publicada por la prensa. Cuenta la historia que el furor por los objetos voladores no identificados comenzó el 24 de junio de 1947 en Washington, Estados Unidos. Ese día, el piloto civil Kenneth Arnold informó a un diario local haber visto naves con forma de búmeran que sobrevolaban su avión. Las mismas, según contó, hacían movimientos parecidos a los de un plato rebotando sobre el agua cuando es arrojado al ras. Sin embargo, este suceso, en cuyo abordaje periodístico patentó también el término “platillo volador”, lejos está de ser la primera experiencia ufológica documentada.

Distintos escritos, algunos muy antiguos, dan cuenta de diferentes manifestaciones inexplicables de similares características. Incluso, otros periódicos habían registrado previamente testimonios parecidos. Lo que muy pocos conocen, en cambio, es que uno de ellos fue publicado por La Capital 70 años antes que el caso Arnold. Y que lo que se reportó en aquel entonces fue mucho más que “simples” aeronaves.  Tuvieron que pasar 90 años del histórico hallazgo de los restos de un extraterrestre y su nave espacial en el suelo de nuestro país hasta que un periodista, también de La Capital, desenterró el único registro de su existencia.

El 15 de noviembre de 1967 el Decano de la prensa argentina cumplía un siglo de vida. Un poco antes del aniversario, el redactor de Deportes Manuel Acevedo se puso a revolver en el archivo del Decano de la Prensa Argentina, en el que trabajaba. Le habían encomendado rescatar notas interesantes publicadas durante la centuria pasada, para un suplemento conmemorativo. Un título llamó su atención. “Eureka! Eureka!”. La reveladora carta de Serarg lo sorprendió tanto que transcribió sus líneas para su próxima reedición. No obstante, la nota no fue seleccionada para el especial del centenario. Pero Acevedo la guardó y la recordó durante años.

Poco más de una década más tarde, cuando la nota también ya había festejado su cumpleaños número 100, recién pudo volver a ver la luz. En ese momento el interés por los temas ufológicos había crecido exponencialmente en nuestro país. Así que, cuando Acevedo leyó en algún lado lo que decía el “canon” del momento, eso de que el caso Arnold de 1947 había sido el primero registrado por la prensa gráfica, se le prendió la lamparita. Ahí mismo, les mostró a sus jefes lo que había encontrado 11 años atrás en aquella vieja edición de 1877 y, por fin, la historia del insólito incidente de Carcarañá fue develada al público nacional.

“De platos voladores y seres extraterrestres”, tituló Acevedo su “refrito”, publicado en La Capital del 27 de marzo de 1978. Y tanto fue el impacto que causó en la comunidad de expertos e interesados por el fenómeno que, rápidamente, decenas de investigadores pusieron manos a la obra.

Ese mismo año, distintos especialistas se acercaron a Carcarañá para intentar probar la veracidad o falsedad de aquel extraordinario suceso oculto durante un siglo. El de mayor renombre fue el ufólogo y parapsicólogo uruguayo Fabio Zerpa, quien revisó registros públicos y entrevistó a habitantes de la zona. Las conclusiones fueron parciales, pero no por eso dejaron de ser contundentes. Si bien nada ni nadie podía dar fe de la existencia de los restos hallados y descritos por Serarg, para Zerpa, como para muchos otros colegas de la época, el testimonio publicado durante la centuria pasada daba cuenta de un acontecimiento real.

Se trataba de una cuestión de fe. No había ningún tipo de pruebas. Pero el llamativo lujo de detalles con el que el autor de la antigua misiva describía su hallazgo, así como algunas “coincidencias” con ciertas especulaciones ovnilógicas (según Zerpa, por ejemplo, las características físicas de la momia en el relato del químico francés encajaban en una “tipología humanoide similar a la hallada en un Ovni accidentado en Nuevo México”), convertían al caso en uno posible de ser real. ¿Por qué no iba a serlo, acaso? Si, total, ¿cuánto se cuestionaban otros tantos reportados? En definitiva, un misterio sin resolver más no sólo no hacía daño: siempre era bienvenido.

Así, gracias al célebre charrúa y a muchos otros entusiastas, Carcarañá recibió la visita de cientos de curiosos excitados por el enigma. Pero el tiempo pasó, el entusiasmo de disipó y surgió la teoría de que la historia era falsa.

Según esta teoría, la respuesta estaba en otra carta. Y en otra. Y en otra. Según las cuales el misterio de la nave espacial y el extraterrestre momificado de Carcarañá fue develado gracias a una serie de misivas escritas y publicadas 13 años antes que la de Serarg en La Capital, publicó el diario La Mañana de Neuquén.

Así, los testimonios del francés Serarg y de los pobladores de entonces, interpretados por María del Carmen Dionigi, Fabio Zerpa y otros ufólogos, contrastan con las supuestas 13 cartas anteriores, que no fueron halladas, sobre el hallazgo de un ovni y una momia alien en Carcarañá en 1877, casi como si no hubieran pasado casi 150 años.

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